
Hubiera sido inimaginable hace tan solo un año. El presidente sirio Ahmed al Shara se convertirá este lunes en el primer líder de su país que visita Washington y es recibido en la Casa Blanca por un presidente estadounidense. La Administración de Donald Trump se prepara ya para cortejar por todo lo alto al antiguo combatiente yihadista, por cuya cabeza Washington ofrecía, hasta el pasado diciembre, una recompensa de 10 millones de dólares (nueve millones de euros). El pasado viernes, Estados Unidos y el Reino Unido retiraron sus sanciones contra él, un día después de que lo hiciera el Consejo de Seguridad de la ONU, mientras la Unión Europea confirma que hará lo propio.Washington y Londres también han levantado las sanciones que pesaban sobre el ministro del Interior sirio, Anás Jatab, según han indicado respectivamente el Departamento de Estado y el Foreign Office. “Estas acciones se toman en reconocimiento de los progresos demostrados por el liderazgo sirio tras la marcha de Bachar el Asad [el dictador cuyo régimen cayó estrepitosamente a finales del año pasado, tras más de dos décadas en el poder]”, apunta el Departamento de Estado. Entre los avances a los que alude su comunicado se incluyen la lucha contra la droga, la contribución a la seguridad regional y la eliminación de armamento químico.Un día antes, el embajador de EE UU ante Naciones Unidas, Mike Waltz, saludó el levantamiento de las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU contra Siria como “una firme señal política” para reconocer que Damasco ha entrado en “una nueva era”.Tanto Al Shara —conocido hasta hace poco por su nombre de guerra, Abu Mohamed al Julani— como Jatab habían estado incluidos en la lista estadounidenses de Terroristas Globales Especialmente Designados y pesaban contra ellos sanciones por sus vínculos con el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) y Al Qaeda. En mayo Trump ya anunció que levantaría las sanciones estadounidenses contra Siria, en lo que representaba un giro de 180 grados en la política tradicional de Washington hacia el Estado del Mediterráneo oriental. La Casa Blanca ha decidido hacer un acto de fe con el nuevo régimen sirio, pese a reconocer su preocupación por los brotes de violencia contra minorías en el sur y en la zona costera. Para Washington, Siria es una pieza clave en el puzle de Oriente Próximo y en su estrategia de rediseñar la arquitectura de alianzas en la región. Una buena relación con Damasco es fundamental, a ojos de la Administración Trump, para garantizar la seguridad de Israel, evitar que Rusia recupere la influencia que ejerció durante décadas en el país árabe, e impedir un resurgimiento del Estado Islámico o grupos afines en la zona, según apuntan fuentes occidentales conocedoras de la situación sobre el terreno. Para el régimen formado en enero, tras la ofensiva relámpago encabezada por Hayat Tahrir el Sham -el grupo rebelde liderado por Al Shara y, hasta 2016, afiliado a Al Qaeda- que derrocó a El Asad, es fundamental que Siria se reconecte con el resto del mundo, gane legitimidad internacional, reciba ayuda para una reconstrucción que requerirá más de 200.000 millones de dólares (unos 170.000 millones de euros), según el Banco Mundial, y pueda desarrollar lazos económicos y diplomáticos con las potencias occidentales. El presidente de Estados Unidos ya saludó a Al Shara, en un encuentro propiciado por el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, durante la visita de Trump a Riad el pasado mayo. Hubo conexión aparente entre ellos. El republicano describió a su homólogo sirio con algunas de las palabras más elogiosas de su vocabulario: “un tipo joven y atractivo”, que “tiene potencial y es un auténtico líder”.Al Shara aterrizó en Washington el sábado, el mismo día que el Gobierno sirio anunció que se habían llevado a cabo 61 redadas en distintas regiones del país que habían concluido con la detención de 71 supuestos miembros del ISIS. Al Shara podría firmar durante su estancia en Washington algún tipo de acuerdo de colaboración con la coalición internacional contra el Estados Islámico encabezada por Estados Unidos. Fuerzas sirias ya se han coordinado en varias ocasiones con las de la Coalición, que aún opera contra las células del ISIS en la región.Según la agencia de noticias Reuters, el Mando Central estadounidense (CENTCOM, cuya área de acción incluye Oriente Próximo) se prepara para establecer una base aérea estadounidense al sur de Damasco para reforzar los esfuerzos del Gobierno sirio por controlar el país multiétnico después de trece años de guerra civil.Trump también podría insistir en el mensaje que ya lanzó a Al Shara durante la reunión en Riad: su interés en que Siria se sume a los Acuerdos de Abraham, por los que varios países de mayoría musulmana comenzaron el proceso de normalización de relaciones con Israel. Los Acuerdos de Abraham suponen el gran orgullo de su primer mandato y el republicano tiene un gran interés en revitalizar y ampliar. Hace unos días se sumó Kazajistán, el mayor país de Asia central, en un paso de alcance sobre todo simbólico: Astaná ya mantiene relaciones diplomáticas y económicas con Israel.Pero Damasco no ha dado señales de tener un gran interés en normalizar la relación con un vecino que ocupa parte del sur de su territorio en los Altos del Golán -de donde procede la familia del actual presidente sirio- desde la Guerra de los Seis Días de 1967, y que recientemente ha invadido más terreno sirio con el argumento de proteger su seguridad nacional.El ahora presidente sirio llegó a ser capturado en 2006 por el ejército estadounidense en Irak y pasó cinco años, sin juicio ni cargos, encarcelado en varios centros de detención y tortura de esas tropas. Entre ellos, Camp Bucca y la infame cárcel de Abu Ghraib, sinónimo de las vejaciones y malos tratos de los soldados estadounidenses a los reclusos.Antes de su saludo en Riad, la última vez que se reunieron un presidente estadounidense y un líder sirio fue en Ginebra en 2000, cuando Bill Clinton y Hafez el Asad, padre de Bachar, trataron sin éxito de pactar una paz entre Siria e Israel, tras años de contactos propiciados por la Conferencia de Madrid de 1991.
La Casa Blanca pone la alfombra roja para recibir al presidente sirio y excombatiente yihadista, Ahmed al Shara | Internacional
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